miércoles, 6 de julio de 2011

SINFONÍA DEL “GROTESCO AMOR, HACIA LA CRUDA MUERTE”


No es algo muy complicado, no tiene porque serlo.
Entras en la cocina, tomas algún recipiente vacio (puede ser cualquiera, recuerda que necesitas una función, no un objeto), así que tomas el cráneo al que desnudaste con tu navaja daga favorita y recuerdas… primero se tensan hacia arriba los músculos de tus mejillas, no lo comprendes de inmediato, no eres consiente de ello  instantáneamente, aunque así lo crees; no puedes asegurar que actúa primero, si tu memoria física o memoria intelectual. Da igual, sonríes, y las imágenes junto las respectivas sensaciones poseen tus sentidos, se hacen tu tiempo-espacio reviviendo la satisfacción de probar sus mejillas (en ese pasado “ahora”), mas rojas y llenas de vida de lo que podrían proyectar con el maquillaje sintético, de lo que “ahora” le ofrece el polvo en que se convirtió la sangre seca sobre sus huesos. Nunca el emocional sabor de un beso, me había ofrecido un deleite como el sabor que se imprime en el gusto que bordea y cubre cada rincón de mi boca.
                                                                                    ¿Divertido?, sí, muy divertido y placentero. Pero me desvió.
                                                         Uso el cráneo rojizo para llenarlo de… busco en la nevera por algún frio y fresco jugo de fruta natural. Agua… hace muchos años sin explicación aparente alguna, mi cuerpo ha ganado una fuerte necesidad por mantenerse hidratado. Llegue a consumir tanta agua, que comenzaba a identificar los diferentes sabores y texturas que posee. ¿Insabora? ¡Una falacia! Además notaba como llenaba mi estomago y se balanceaba con cada paso, giro o movimiento alguno que lograra alcanzar ligeramente mi zona abdominal, llenándome de nauseas con cada onda que creaba el choque del “insaboro” liquido contra mis paredes estomacales, expandiendo el malestar mediante un crudo y carnoso efecto domino que comenzaba a recorrer mis órganos. Sentir como esto llegaba a mi oído interno, que reacciona esparciendo una extraña sensación, una especie de perdida de equilibrio interno y visceral en cada uno de mis órganos, contaminándolos con el nauseabundo malestar… o bien podría ser conciencia de sensibilidad orgánica interna, inesperada por parte de mi sistema nervioso. En conclusión algo asqueante y desequilibrante.
Además, nunca sacia mi necesidad. Nunca logra satisfacer mi falta de líquido, de hidratación, ya que además mi cuerpo no parece muy feliz de recibirla como respuesta a su llamado de S.O.S. para hidratación, dándomelo a entender expulsándola rápidamente, algunas veces junto con los sólidos que encuentre reposando en mi estomago. Y debo agregar a todo esto, que pareciere pasar sin pagar el respectivo y placentero peaje que exigen muy justamente mis papilas gustativas. No por supuesta falta de sabor, si no mas bien de una textura. El gusto es un sentido doble para mi (digo para mi, ya que los demás parecen olvidarlo en su conciencia) necesito sabor producido por partículas mas físicas de lo que me permiten sentir mis papilas gustativas en el agua. Siento que pudiera hacer un paralelo, una comparación con la piel de los elefantes; una piel seca que bajo el sol africano comienza a resquebrajarse, a separarse como la tierra cuando se ve afectada por un fuerte terremoto; causando dolor, ardor sobre la piel de nuestros grises amigos, quienes encuentran consuelo revolcándose en el lodo, escupiéndolo cual fuentes de agua sobre sus cuerpos, y permitiendo que llene las nuevas cavidades de separada, seca y lastimada epidermis… mmmm, que gran satisfacción a de darles el cremoso ungüento, resbalando por sus grietas, llenándolas de una babosa, granulada y espesa frescura.
Creo que ello es lo que piden mis papilas gustativas, separadas y formadas como un inmenso batallón del sabor y textura, sobre mi lengua.
¡ESTUPIDA RAMERA DE CONCIENCIAS Y MEMORIAS! Ni una maldita fruta, solo envases vacios de agua, y algunos alimentos para nada de mi agrado… ¿carne? ¡JAJAJA,AJAJAJAJAJAJAHAJAHJAH! Claro, lo pase por alto. Veo algo de carne cruda en una bolsa, la sangre se desliza entre canales de su cárcel plástica, hasta formar un conglomerado de rojo opaco y refrescante liquido, trae a mi mente una solución.
Satisfecha mi necesidad de hidratarme y aun con su cráneo en mi mano derecha, me pierdo en la oscuridad de sus cuencas vacías y de bordes brillantes por un opaco escarlata… me recuerdan otras cavidades de su anatomía que en buenos momentos llegaron a satisfacer toda la lujuria que desborda cada musculo, cada arteria y vena, cada célula nerviosa de mi pene… y dejo que un suave u prolongado suspiro acaricie toda mi tráquea hasta ser expulsado por mis labios, que entrecierro un poco para sentir ese cálido y morboso aire proveniente de mis pulmones, y lleno de pervertidas emociones que recorren mi cuerpo en el vehículo que es mi sangre, mas nacidos e impulsados en mi corazón. Y logro atrapar en el suspiro una hermosa y artística idea en el ámbito de lo grotesco y lo erótico.
                                                                  Aunque nunca planeo mis movimientos o acciones, si no, más bien las llevo acabo con inteligente diligencia, sin razonar mucho en el futuro, sin crear planes que dañen con sus “perfectas” preocupaciones el deleite de mis acciones, con el cual busco llenar de placer mis emociones. Sí, sin planear, llevo acabo mis caóticos y emocionales actos sin, llenos de sensibilidad intelectual que me permite no efectuar actos innecesarios. ¿Para que deshacerme de los órganos arrancados de su cráneo, si aun no pensaba abandonar la escena? Así que comienzo a buscar su lengua en el recipiente donde la ubique, junto con sus ojos, epidermis facial, y demás. Mmmmmmm, deliciosa, lujuriosa, aun babosa, blanda y larga.
                                      Desnudo mi cuerpo. Me acerco al cuerpo decapitado (por lo demás, en perfecto estado), tomo el afilado cuchillo de carnicero (una de mis herramientas favoritas), me poso sobre el cuerpo (sexy, muy sexy, blanco y con traslucidos pezones en sus pechos) abriendo mis piernas sobre su pelvis. Comienzo a excitarme, yo, mi mente, mis manos; mi epidermis se hace mas sensible, mi pene se levanta con la hidráulica fuerza que ejerce e imprime mi exaltado y descontrolado corazón sobre mi pene, mi cuchillo… mi excitado cuchillo se comprueba filoso regalándole una presionada caricia a mi hombro; mi piel, mi carne, mi sangre…
Estoy preparado. Me siento sobre la muerta pelvis, sobre sus tensos y rígidos, pero muy suaves y exquisitos muslos presionados por mis nalgas. Rozo a propósito mi pene sobre el bello de su pubis, y siento que el correr de la sangre hará estallar mi miembro (me fascina), y los músculos bajo y alrededor de las venas y arterias de este parecen ahora de madera, tiesos, rígidos, cada vez mas sensibles, cada vez mas tensos… acero, ahora son acero, un metamaterial biorgánico en función, y únicamente útil para la búsqueda del placer. Y mientras continuo frotando, sintiendo los rasurados bellos de su pubis, dirijo mi mano izquierda a uno de sus pechos, lo aprieto, la sangre aumenta su fluir también hacia mi mano, la fuerte irrigación le da la suficiente fuerza muscular; mis dedos separados se cierran sobre el seno con fuerza, con tal fuerza, que creo hasta el mismo cadáver siente dolor… y salta una mano que se cierra sobre mi muñeca con el mismo ejercicio de constricción, pero con el deseo de arrancar mi brazo, con la obvia intención de detener mi acto; me duele, lo disfruto; hay una lucha de fuerzas físicas, hay una lucha de deseos abstractos opuestos, ¡Y ME FASCINA, ME APASIONA, ME ENCANTA Y AUMENTA LA PASION DE MI LUJURIA!... ¡No esta! Una ilusión de mi deseo. Las falanges de mis dedos siguen causando y permitiendo el fuerte y delicioso cierre de mis dedos. Pero no hay zombi decapitado, no hay mano que luche por detenerme. Entonces con mis dedos separados, permitiendo ver aquel bello y frágil pezón traslucido, que hace la cima de tan suave, pomposo y blando ceno; comienzo acercar mi cabeza con los ojos cerrados, mi nariz, le olfateo sin tener contacto, luego permito que choquen punta con punta y comienzo a deslizarme muy suavemente hacia arriba, hasta ubicar mis labios alrededor del pezón, el duro pezón. Permito que el deleite sensible de mis labios se llene con caricias, para o del pezón; comienzo abrirlos con lentitud y tacto, sin separar mis dientes, y lo froto contra mis encías suavemente, permito un calmado recorrido del pezón por todo el rededor de mi dentadura. La separo lo suficiente (mi dentadura) para darle cabida la pezón, y comienzo a cerrarla con paciencia de santo (jajaja, aj aj ajhajhaha, rio en subconsciente satisfecho por mi humor negro), y cada segundo con más fuerza, sin arrancarlo, sin cercenarlo de su montaña del placer. Atrapado fuertemente entre mi dentadura, comienzo  a usar mis dientes como una sierra, deslizando mi quijada de un lado a otro, sintiendo como penetro y rasgo milimétricamente su poco espesor, llenando y enfocando la conciencia de mis sentidos en el suave, lento y grotesco acto. Me detengo en seco antes de quedar con el grano carnoso que ahora siento es el pezón entre mis dientes. Juego un poco con el usando mi lengua. Cierro suavemente mis labios, y de un solo e instantáneo movimiento, tiro fuertemente de el, rompiendo los hilitos de piel o carne que le unían a su pecho, mi montaña de placer.
- ¡AAAAAARRRGGGGGHHHHHHHH! – me permito un grito de placer y jubilo, mientras mi columna vertebral hace mímica de la erección en mi pene… y observo el techo por unos segundos. No dejo de sujetar con fuerzo el ceno.
                   Vuelvo la trayectoria de mi cabeza, de mis ojos hacia el ceno. Y con un preciso, rápido y fuerte movimiento de la mano, que aun sostiene el afiliado, brillante y limpio cuchillo (siempre limpio, la sangre no ensucia, decora) doy una exquisita puñalada sobre a base de aquella, ahora usada montaña del placer.
Imprimiendo armónicos y precisos movimientos de vaivén (como usando un arco, que rebana el silencio sobre las cuerdas de un violín) con el cuchillo, rebano y separo uno, y luego el otro ceno. La magnifica melodía guiada por la batuta que es mi falo, rozándose sobre el terciopelo de su pubis. Así voy componiendo la melódica sinfonía del “Grotesco Amor, Hacia la Cruda Muerte”. Suelto el cuchillo, no sin antes lamer restos, sangre, coágulos y demás manifestaciones del permiso de la muerte a consumirte en mi placer, que se pegan y resbalan por sus brillantes (y sonrientes de satisfacción) caras.
                            Ubico los pechos a los lados de sus caderas (no me he levantado), tomo su lengua remojada en su sangre y coágulos, y comienzo a envolverla sobre mi aun no completamente satisfecho falo. Puedo decir como ciento papila a papila presionarse sobre mi carne fálica, envolviendo con su lubricante sangre la expandida epidermis. Como la presión del blando y baboso órgano, da cada vez mas conciencia de mórbido y lujurioso placer a cada musculo, cada nervio, cada excitada y exaltada partícula de mi pene, mientras lo rodeo, apretando, asfixiando con esta lengua “violadora de conciencias y memorias”. Luego tomo un seno en cada mano y los presiono contra mi falo, que en su punta aun puede sentir el bello púbico que se frota  en el vaivén de los movimientos de mis caderas, así, masturbándome con su lengua, haciendo la rusa con sus tetas, llevando al clímax, al éxtasis,  el glorioso final de la sinfonía del “Grotesco Amor, Hacia  la Cruda Muerte”.
-           Uno… Dos… Tres… Abre los ojos. – Dice una suave y excitada voz femenina. – Ahora tú debes complacerme.
Amo mi pareja, amo la relación que tenemos, tanto como cumple mis deseos.

2 comentarios:

  1. Creo haberlo leído más de una vez... Me resulta confusas las emociones que provoca... Sean enfocadas o dejandose llevar... Aunque me agrado poder leerte...

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  2. Gracias querida Jess.
    Es un escrito extraño, no se enfoca en nada en si, solo divaga y vuela en la "mente " de un psicópata.
    Para mi siempre es un placer tener contacto contigo :*

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